sábado, 27 de junio de 2009

Pedí a Gabriela Michetti que resuelva el problema de la basura antes de irse al Congreso
http://www.greenpeace.org.ar/cyberacciones/index.php?cyberaccion=5042 ( para pedirle ingresa aqui )
En noviembre del 2005, Gabriela Michetti siendo legisladora porteña, apoyó y votó por la Ley de Basura Cero, que apunta a resolver el creciente problema de la basura en la Ciudad.
En diciembre de 2007 Gabriela asumió como Vicejefa de Gobierno.
Durante 2008, la ciudad aumentó considerablemente la cantidad de basura enterrada en el conurbano bonaerense y se reciclaron muchas menos toneladas de basura, derrochando valiosos recursos y contaminando el agua, el suelo y el aire.
Tal vez estás pensando en votar a Gabriela Michetti, o tal vez no. En ambos casos, pedile a Gabriela que termine lo que empezó, que implemente la Ley de Basura Cero antes de ir al Congreso Nacional. Completá el siguiente formulario para enviarle tu pedido.
En noviembre del 2005, Gabriela Michetti siendo legisladora porteña, apoyó y votó por la Ley de Basura Cero, que apunta a resolver el creciente problema de la basura en la Ciudad.
En diciembre de 2007 Gabriela asumió como Vicejefa de Gobierno.
Durante 2008, la ciudad aumentó considerablemente la cantidad de basura enterrada en el conurbano bonaerense y se reciclaron muchas menos toneladas de basura, derrochando valiosos recursos y contaminando el agua, el suelo y el aire.
Tal vez estás pensando en votar a Gabriela Michetti, o tal vez no. En ambos casos, pedile a Gabriela que termine lo que empezó, que implemente la Ley de Basura Cero antes de ir al Congreso Nacional. Completá el siguiente formulario para enviarle tu pedido.
viernes, 19 de junio de 2009
Ley basura cero !!

¡Vamos a poner en marcha la LeyBasuraCero!
Cada día, la Ciudad de Buenos Aires genera más de 5.000 toneladas de basura que son enviadas a rellenos sanitarios ubicados en municipios vecinos. Estos rellenos constituyen una fuente de contaminación del suelo, el agua y el aire. Por otro lado, al enterrar los residuos estamos derrochando valiosos materiales como plástico, papel y latas, que podrían reintroducirse al circuito productivo mediante su reciclado.
En el año 2005 la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó por unanimidad la Ley 1.854 de “Basura Cero” impulsada por Greenpeace, la que comenzó a implementarse durante 2007. Lamentablemente, el gobierno de la Ciudad desconoce la Ley y a nombre de “Basura Cero” intenta perpetuar un sistema de gestión de residuos contaminante, basado en el enterramiento masivo de basura y en la incineración.
La Ley 1.854 establece la obligación de reducir, para el año 2010, en un 30% la basura que se envía a los rellenos sanitarios. El primer eslabón para llegar a esta meta es la correcta separación de los residuos allí donde se generan. Por eso si queremos alcanzar ese objetivo debemos promover una correcta y responsable conducta de los habitantes de la Ciudad. Los objetivos de “Basura Cero” sólo serán alcanzados con el esfuerzo solidario de todos los sectores.
El proyecto de gestión de residuos del actual Gobierno porteño no conduce a solucionar el problema de la basura, solo lleva a la creación de más rellenos en el Conurbano Bonaerense. Desde el Gobierno de la Ciudad no se están haciendo los esfuerzos necesarios para cumplir con las metas de la Ley e, injustamente, se responsabiliza a los vecinos por el “fracaso” de la misma.Pero vos si podés colaborar con la implementación de la Ley de Basura Cero separando los residuos en origen y utilizando correctamente los contenedores diferenciados de la vía pública.
El sistema de gestión de residuos contemplado en la Ley incluye:
La separación en origen: prevé la separación domiciliaria entre residuos secos y húmedos ( Ver instructivo debajo)
La contenerización: instalación de contenedores para residuos húmedos y secos en toda la Ciudad.
La recolección diferenciada: llevada a cabo por las empresas recolectoras de residuos contratadas por la Ciudad. Una vez realizada la recolección diferenciada, los residuos secos son llevados a los centros de selección, conocidos como centros verdes. En ellos, se prevé que los materiales reciclables sean clasificados y acondicionados para su venta a plantas de reciclaje.
Todas las etapas del sistema propuesto por la Ley son claves para el éxito del plan de Basura cero, ya que evitan que los distintos tipos de residuos se mezclen y contaminen entre sí. Manteniendo los materiales separados y limpios aumenta considerablemente el porcentaje recuperable y disminuye lo que se entierra.
El primer eslabón de Basura Cero es la correcta separación de los residuos allí donde se generan. Por eso Greenpeace quiere promover una correcta y responsable conducta de los habitantes de la Ciudad, al mismo tiempo que reclama por el cumplimiento de sus responsabilidades al Gobierno y al sector comercial. Los objetivos de Basura cero sólo serán alcanzados con un esfuerzo solidario de todos los sectores.
Greenpeace exige al Gobierno porteño la plena implementación de la Ley “Basura Cero”; la contenerización diferenciada del 100% de la Ciudad y la realización de una campaña masiva de educación que guíe a los vecinos en la separación de residuos en origen y en el correcto uso de los contenedores.
Las demoras en la aplicación de esta Ley son enormes y atentan directamente al cumplimientote la misma. “Basura Cero” permite compatibilizar virtuosamente economía, trabajo y limpieza ya que ofrece una solución para la crisis en la que se encuentran los rellenos sanitarios; genera una actividad económica que demanda una importante mano de obra y crea un circuito de materiales y energía eficiente y ambientalmente sustentable.
¿ Que es Greenpeace ?

Tripulación del Phyllis Cormack en el primer viaje a la isla de Amchitka para protestar contra las pruebas nucleares de los Estados Unidos.
Greenpeace nació en 1971 de una forma casi espontánea. Un grupo de activistas antinucleares canadienses, algunos cuáqueros y objetores de conciencia estadounidenses que se habían refugiado en Canadá para no participar en la guerra de Vietnam, formaron una pequeña organización llamada "Don't make a wave" ("No hagas una ola")
Este grupo protestaba contra las pruebas nucleares que los Estados Unidos llevaban a cabo en el archipiélago de Amchitka (Alaska), al norte de Canadá. El nombre del grupo hacía referencia a la posibilidad de que, al ser una zona sísmicamente inestable, las pruebas atómicas que allí se realizaban pudiesen provocar un maremoto. Después de llevar a cabo otro tipo de iniciativas, decidieron alquilar un viejo pesquero, el "Phillys Cormack", y viajar con él a la zona donde debía tener lugar la prueba nuclear, para impedir con su presencia física que la bomba fuese detonada. Para este viaje, rebautizaron al barco con un nuevo nombre, que resumía la filosofía del grupo: Greenpeace. "Queremos paz, y queremos que sea verde", manifestaba uno de los tripulantes a la prensa antes de zarpar de Vancouver (Canadá) para dirigirse a Amchitka, un lugar de gran valor ecológico por las importantes colonias de aves marinas que alberga.El viaje fue un desastre: los improvisados marineros pasaron la mayor parte del tiempo mareados y las disputas internas por asuntos domésticos fueron frecuentes. Finalmente, el error de no prestar suficiente atención a los trámites burocráticos legales dio la oportunidad a los guardacostas estadounidenses de detener al barco cuando estaba a punto de alcanzar su destino, basándose en el incumplimiento de algunas formalidades menores que la tripulación había pasado por alto. La prueba nuclear no se pudo impedir pero, afortunadamente, no se produjo ningún maremoto.Como acción directa, la expedición a Amchitka fue un fracaso. Sin embargo, como estrategia de campaña, resultó un éxito extraordinario. Dos periodistas que viajaban a bordo del "Phillys Cormack" transmitían por radio a sus redacciones todos los pormenores del viaje, y el público canadiense, ya de por sí motivado en contra de los ensayos nucleares americanos realizados junto a su país, encontró en el viaje de Greenpeace un catalizador para su protesta.Alguien estaba haciendo algo para parar las pruebas atómicas. Decenas de miles de manifestantes bloquearon durante días las fronteras entre Canadá y los Estados Unidos, y este último país se vio forzado a anunciar que ésta era la última explosión nuclear que se llevaría a cabo en la zona. Amchitka es desde entonces una reserva ornitológica. Con este viaje Greenpeace aprendió muchas lecciones que ha venido aplicando y desarrollando desde entonces. En los años que siguieron, distintos grupos independientes, sin ninguna conexión entre sí, tomaron el nombre de Greenpeace en Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia. Por aquel entonces, David McTaggart, un antiguo hombre de negocios canadiense, se había convertido en un navegante inconformista que se rebelaba contra la decisión del gobierno francés de acotar 400 millas de aguas internacionales alrededor del atolón de Moruroa (en el Pacífico) para llevar a cabo sus pruebas nucleares. McTaggart se puso en contacto con el pequeño núcleo de activistas de Greenpeace en Nueva Zelanda y ofreció su velero, el Vega, para viajar a la zona prohibida e intentar impedir las pruebas nucleares previstas para 1972 y 1973. Éste fue el inicio de la campaña de Greenpeace contra las actividades nucleares francesas en el Pacífico. David McTaggart se convirtió en una pieza clave de la organización, y fue el presidente de Greenpeace Internacional desde comienzos de la década de los 80 hasta 1991.No se puede decir que en los primeros años la colaboración entre los distintos grupos de Greenpeace fuese excelente. La relación entre ellos era más bien conflictiva, centrada en la discusión de cuál era el legítimo propietario del nombre del grupo. Las cosas empeoraron cuando, a partir de 1974, un sector de Greenpeace en EE.UU. y Canadá decidió iniciar la campaña contra la caza comercial de ballenas y, posteriormente, en 1976 contra la matanza de crías de focas en Newfoundland (Terranova, Canadá). La fracción antinuclear consideraba la defensa de los mamíferos marinos como un tema "suave" que debía dejarse para otro tipo de grupos. Estuvo a punto de producirse una escisión.Mientras en América los conflictos internos debilitaban a Greenpeace, McTaggart, concentrado todavía en su lucha contra las pruebas nucleares francesas en el Pacífico, fundaba Greenpeace en Europa. Las primeras secciones se abrieron en el Reino Unido y en Francia. Pronto se sumó Holanda. La formación de Greenpeace en el viejo continente fue una fuerza determinante que permitió unir a todos los grupos existentes en el mundo bajo ese nombre y crear, en 1978, Greenpeace Internacional, unificando las áreas de campaña y la forma de actuación. Desde entonces, la organización ha evolucionado sin demasiados sobresaltos. Han sido años de experiencias, de aciertos y de errores, en los que la estructura interna y funcionamiento se han ido adaptando al ritmo de crecimiento de la organización, a la expansión geográfica y a la ampliación de los temas de campaña abordados.Greenpeace es ahora la organización más grande del mundo, con logros muy importantes en su haber y una flota de barcos y activistas que están dispuestos a dar su vida en favor del planeta.Greenpeace en ArgentinaLa primera oficina de Greenpeace abierta en un país en vías de desarrollo, Greenpeace Argentina, tuvo que afrontar nuevos retos.La oficina central de Buenos Aires se inauguró oficialmente el 1 de abril de 1987 (aunque había empezado a trabajar en febrero de 1986), cuando un grupo de voluntarios iniciaron los tramites burocráticos para registrar Greenpeace como Fundación sin fines de lucro.En un país en el que gran parte de la población tenía y aún tiene que esforzarse por llegar a fin de mes, era importante definir las prioridades y las campañas para que no fuese tildada de demasiado idealista. En consecuencia, se eligió el problema de los residuos tóxicos como motivo central, porque afectaba directamente a la calidad de vida de casi todos los argentinos.El primer paso fue iniciar un amplio programa de investigación. La información recogida permitió establecer los objetivos principales: lograr que se prohíba la producción, importación, venta y uso de los “doce sucios” (12 compuestos químicos usados en plaguicidas y nocivos para la salud) y presionar a favor de una legislación que ponga coto a los vertidos peligrosos.En otro frente, el Director de la campaña antinuclear estableció como objetivo bloquear la construcción del depósito nuclear de Gastre, ubicado en la Provincia de Chubut, Patagonia Argentina.Greenpeace Argentina espera lograr sus fines mediante la presión política, para que se prohíba la importación de residuos nucleares (en Gastre no se almacenarían solo residuos argentinos sino también de otros países), y trabaja asimismo para alertar a la opinión publica sobre los riesgos del basurero nuclear.Hoy Greenpeace Argentina ha logrado no sólo estos objetivos sino también una larga trayectoria en el marco de la defensa del medio ambiente.
Greenpeace nació en 1971 de una forma casi espontánea. Un grupo de activistas antinucleares canadienses, algunos cuáqueros y objetores de conciencia estadounidenses que se habían refugiado en Canadá para no participar en la guerra de Vietnam, formaron una pequeña organización llamada "Don't make a wave" ("No hagas una ola")
Este grupo protestaba contra las pruebas nucleares que los Estados Unidos llevaban a cabo en el archipiélago de Amchitka (Alaska), al norte de Canadá. El nombre del grupo hacía referencia a la posibilidad de que, al ser una zona sísmicamente inestable, las pruebas atómicas que allí se realizaban pudiesen provocar un maremoto. Después de llevar a cabo otro tipo de iniciativas, decidieron alquilar un viejo pesquero, el "Phillys Cormack", y viajar con él a la zona donde debía tener lugar la prueba nuclear, para impedir con su presencia física que la bomba fuese detonada. Para este viaje, rebautizaron al barco con un nuevo nombre, que resumía la filosofía del grupo: Greenpeace. "Queremos paz, y queremos que sea verde", manifestaba uno de los tripulantes a la prensa antes de zarpar de Vancouver (Canadá) para dirigirse a Amchitka, un lugar de gran valor ecológico por las importantes colonias de aves marinas que alberga.El viaje fue un desastre: los improvisados marineros pasaron la mayor parte del tiempo mareados y las disputas internas por asuntos domésticos fueron frecuentes. Finalmente, el error de no prestar suficiente atención a los trámites burocráticos legales dio la oportunidad a los guardacostas estadounidenses de detener al barco cuando estaba a punto de alcanzar su destino, basándose en el incumplimiento de algunas formalidades menores que la tripulación había pasado por alto. La prueba nuclear no se pudo impedir pero, afortunadamente, no se produjo ningún maremoto.Como acción directa, la expedición a Amchitka fue un fracaso. Sin embargo, como estrategia de campaña, resultó un éxito extraordinario. Dos periodistas que viajaban a bordo del "Phillys Cormack" transmitían por radio a sus redacciones todos los pormenores del viaje, y el público canadiense, ya de por sí motivado en contra de los ensayos nucleares americanos realizados junto a su país, encontró en el viaje de Greenpeace un catalizador para su protesta.Alguien estaba haciendo algo para parar las pruebas atómicas. Decenas de miles de manifestantes bloquearon durante días las fronteras entre Canadá y los Estados Unidos, y este último país se vio forzado a anunciar que ésta era la última explosión nuclear que se llevaría a cabo en la zona. Amchitka es desde entonces una reserva ornitológica. Con este viaje Greenpeace aprendió muchas lecciones que ha venido aplicando y desarrollando desde entonces. En los años que siguieron, distintos grupos independientes, sin ninguna conexión entre sí, tomaron el nombre de Greenpeace en Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia. Por aquel entonces, David McTaggart, un antiguo hombre de negocios canadiense, se había convertido en un navegante inconformista que se rebelaba contra la decisión del gobierno francés de acotar 400 millas de aguas internacionales alrededor del atolón de Moruroa (en el Pacífico) para llevar a cabo sus pruebas nucleares. McTaggart se puso en contacto con el pequeño núcleo de activistas de Greenpeace en Nueva Zelanda y ofreció su velero, el Vega, para viajar a la zona prohibida e intentar impedir las pruebas nucleares previstas para 1972 y 1973. Éste fue el inicio de la campaña de Greenpeace contra las actividades nucleares francesas en el Pacífico. David McTaggart se convirtió en una pieza clave de la organización, y fue el presidente de Greenpeace Internacional desde comienzos de la década de los 80 hasta 1991.No se puede decir que en los primeros años la colaboración entre los distintos grupos de Greenpeace fuese excelente. La relación entre ellos era más bien conflictiva, centrada en la discusión de cuál era el legítimo propietario del nombre del grupo. Las cosas empeoraron cuando, a partir de 1974, un sector de Greenpeace en EE.UU. y Canadá decidió iniciar la campaña contra la caza comercial de ballenas y, posteriormente, en 1976 contra la matanza de crías de focas en Newfoundland (Terranova, Canadá). La fracción antinuclear consideraba la defensa de los mamíferos marinos como un tema "suave" que debía dejarse para otro tipo de grupos. Estuvo a punto de producirse una escisión.Mientras en América los conflictos internos debilitaban a Greenpeace, McTaggart, concentrado todavía en su lucha contra las pruebas nucleares francesas en el Pacífico, fundaba Greenpeace en Europa. Las primeras secciones se abrieron en el Reino Unido y en Francia. Pronto se sumó Holanda. La formación de Greenpeace en el viejo continente fue una fuerza determinante que permitió unir a todos los grupos existentes en el mundo bajo ese nombre y crear, en 1978, Greenpeace Internacional, unificando las áreas de campaña y la forma de actuación. Desde entonces, la organización ha evolucionado sin demasiados sobresaltos. Han sido años de experiencias, de aciertos y de errores, en los que la estructura interna y funcionamiento se han ido adaptando al ritmo de crecimiento de la organización, a la expansión geográfica y a la ampliación de los temas de campaña abordados.Greenpeace es ahora la organización más grande del mundo, con logros muy importantes en su haber y una flota de barcos y activistas que están dispuestos a dar su vida en favor del planeta.Greenpeace en ArgentinaLa primera oficina de Greenpeace abierta en un país en vías de desarrollo, Greenpeace Argentina, tuvo que afrontar nuevos retos.La oficina central de Buenos Aires se inauguró oficialmente el 1 de abril de 1987 (aunque había empezado a trabajar en febrero de 1986), cuando un grupo de voluntarios iniciaron los tramites burocráticos para registrar Greenpeace como Fundación sin fines de lucro.En un país en el que gran parte de la población tenía y aún tiene que esforzarse por llegar a fin de mes, era importante definir las prioridades y las campañas para que no fuese tildada de demasiado idealista. En consecuencia, se eligió el problema de los residuos tóxicos como motivo central, porque afectaba directamente a la calidad de vida de casi todos los argentinos.El primer paso fue iniciar un amplio programa de investigación. La información recogida permitió establecer los objetivos principales: lograr que se prohíba la producción, importación, venta y uso de los “doce sucios” (12 compuestos químicos usados en plaguicidas y nocivos para la salud) y presionar a favor de una legislación que ponga coto a los vertidos peligrosos.En otro frente, el Director de la campaña antinuclear estableció como objetivo bloquear la construcción del depósito nuclear de Gastre, ubicado en la Provincia de Chubut, Patagonia Argentina.Greenpeace Argentina espera lograr sus fines mediante la presión política, para que se prohíba la importación de residuos nucleares (en Gastre no se almacenarían solo residuos argentinos sino también de otros países), y trabaja asimismo para alertar a la opinión publica sobre los riesgos del basurero nuclear.Hoy Greenpeace Argentina ha logrado no sólo estos objetivos sino también una larga trayectoria en el marco de la defensa del medio ambiente.
De delito penal a contravención: La fiscal retiró los cargos contra los activistas de Greenpeace16 junio 2009
Los 8 activistas de Greenpeace a la salida del juicio.
Buenos Aires, Argentina — El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires retiró este martes los cargos penales de “violación de domicilio” y “daño agravado” que pesaban sobre los ocho activistas de Greenpeace que habían escalado el obelisco para denunciar la contaminación que produce la basura de la Ciudad de Buenos Aires y decidió encuadrar los hechos en una falta contravencional.
De este modo, los activistas de Greenpeace cumplirán la pena impuesta por la jueza María Laura Martínez Vega a través de tareas comunitarias que realizarán en los centros de gestión y capacitación del Gobierno de la Ciudad instruyendo a los vecinos sobre cómo debe realizarse la separación en origen de la basura.
"La fiscal Claudia Barcia se vio obligada a modificar su acusación como consecuencia de la presión publica producida en los últimos días, que provocaron el envío de más de 35 mil pedidos al Gobierno de la Ciudad en reclamo del desprocesamiento de los activistas y ante la imposibilidad de sostener una acusación fundada en delitos inexistentes", sostuvo Martín Prieto, director Ejecutivo de Greenpeace.
La contravención, que no constituye un delito tal como había señalado Greenpeace, determina que los activistas deberán realizar tareas comunitarias en los centros de gestión y participación del gobierno porteño, donde informarán a los vecinos sobre la ley de basura cero vigente y sobre cómo realizar tareas de reciclaje y separación de residuos.
“Como venimos sosteniendo desde hace nueve meses, no hubo delito ya que no hubo daño a ningún bien público y no se violentó ningún domicilio porque en el Obelisco no vive nadie”, agregó Prieto.
Los activistas habían sido procesados por la Fiscalía número 6 dependiente del Ministerio Público del Gobierno porteño luego de que el pasado 30 de septiembre subieran al Obelisco y desplegaran una pancarta en reclamo por la aplicación de la Ley de Basura Cero.
De este modo, ante la decisión de los activistas de ir a juicio y, ante la segura absolución de los imputados de haberse mantenido los cargos penales, la fiscal propuso a Greenpeace reencuadrar los hechos en una contravención cuya pena será realizar una acción de bien público para el Gobierno de la Ciudad.
Los ocho activistas de Greenpeace procesados, tres mujeres y cinco hombres de entre 20 y 43 años fueron acusados de "violación de domicilio" y "daño agravado", que podrían haber desembocado en una condena de prisión efectiva de cuatro años para todos los imputados.
Durante todo el año 2008 y hasta la fecha, Greenpeace ha venido denunciando públicamente el incumplimiento de la Ley “Basura Cero” y, días atrás, la organización ambientalista dio a conocer un informe oficial en el que se corrobora la denuncia que los activistas hicieron pública al subirse al obelisco.
Según datos oficiales, el Ejecutivo porteño admite un aumento del 12,07% de la basura enterrada durante 2008 en relación al año anterior, y una disminución del 24% de los residuos reciclados. Por otro lado el informe oficial deja en claro la intencionalidad del gobierno de Mauricio Macri en el abandono y fracaso del sistema de gestión de residuos establecido por la Ley.
“Es evidente que al Gobierno de la Ciudad le molestó que denunciáramos su intencionalidad en desactivar el cumplimiento de la Ley de Basura Cero, cuyo resultado está hoy a la vista, no solo un documento oficial remitido por el Ejecutivo a la Legislatura confirma nuestras denuncias, sino que, además, en el mismo boletín oficial el Gobierno de la Ciudad informa que estará invirtiendo millones de pesos en dos nuevos rellenos para seguir enterrando basura y contaminando en el conurbano sin ningún compromiso serio de reducción”, dijo Prieto.
“Nos hacemos cargo de haber ingresado sin autorización a un monumento público” concluyó Prieto, “la política de Greenpeace es asumir las consecuencias de sus actos, pero de ninguna manera podíamos convalidar una acusación forzada por delitos inexistentes”.

Activistas de Greenpeace pueden ir presos por denunciar al Gobierno de Macri por contaminar el conurbano
Ocho activistas de Greenpeace podrían ser condenados a 4 años de prisión por colgar en el Obelisco un cartel para denunciar a la Ciudad de Buenos Aires como principal contaminadora de la provincia y a su gobierno por no cumplir con la Ley Basura Cero.
Ampliar imagenMás imágenes Buenos Aires, Argentina — Ocho activistas de Greenpeace serán llevados a juicio oral el próximo martes 16 de junio por la Fiscalía número 6, dependiente del Ministerio Público del Gobierno porteño, por haber desplegado un cartel gigante en el obelisco en el que denunciaban la contaminación que produce la basura de la Ciudad de Buenos Aires en el conurbano bonaerense.
Los ocho jóvenes activistas de Greenpeace procesados, tres mujeres y cinco hombres de entre 20 y 43 años, están acusados de "violación de domicilio" y "daño agravado", en el marco de una demanda impulsada por el Ministerio Público porteño y que podría desembocar en una condena de prisión efectiva de cuatro años para todos los imputados.
"Resulta paradójico que se impulse el arresto de los activistas por denunciar la contaminación que la Ciudad produce en el Conurbano porque las autoridades del Gobierno porteño no cumplen con la Ley vigente en materia de residuos, que los obliga a reducir las toneladas de basura que son enterradas en los rellenos sanitarios de la provincia de Buenos Aires", declaró María Eugenia Testa, coordinadora de la Unidad Política de Greenpeace.
Durante todo el año 2008 y hasta la fecha, Greenpeace ha venido denunciando públicamente el incumplimiento de la Ley “Basura Cero” y, días atrás, la organización ambientalista dio a conocer un informe oficial en el que se corrobora la denuncia que los activistas hicieron pública al subirse al obelisco.
Según datos oficiales, el Ejecutivo porteño admite un aumento del 12,07% de la basura enterrada durante 2008 en relación al año anterior, y una disminución del 24% de los residuos reciclados. Por otro lado el informe oficial deja en claro la intencionalidad del gobierno de Mauricio Macri en el abandono y fracaso del sistema de gestión de residuos establecido por la Ley.
Sin embargo, la titular de la fiscalía número 6, Claudia Barcia, ha insistido en mantener una acusación que podría provocar que los activistas sean condenados a una pena de prisión efectiva por la supuesta comisión de los delitos de "daño agravado" y "violación de domicilio" (pese a que las pericias no comprobaron la denuncia).
“La causa promovida por Macri significa la criminalización de una protesta pacífica y pública, lo que demuestra claramente el desconocimiento por parte del Gobierno de la Ciudad del constitucional derecho de peticionar. Por otro lado, no existe la violación de domicilio en este hecho ni el delito de daño y menos daño agravado”, sostuvo Martín Prieto, director Ejecutivo de Greenpeace Argentina.
“Es evidente que al Gobierno de la Ciudad le molestó que denunciáramos su intencionalidad en desactivar el cumplimiento de la Ley de Basura Cero, cuyo resultado está hoy a la vista, no solo un documento oficial remitido por el Ejecutivo a la Legislatura confirma nuestras denuncias, sino que, además, en el mismo boletín oficial el Gobierno de la Ciudad informa que estará invirtiendo millones de pesos en dos nuevos rellenos para seguir enterrando basura y contaminando en el conurbano sin ningún compromiso serio de reducción”, dijo Prieto.
La Ley 1854 fue aprobada por unanimidad en el año 2005 en la Legislatura Porteña, y comenzó a implementarse en 2007. El objetivo de la norma es reducir progresivamente la cantidad de basura que se entierra en los rellenos sanitarios del conurbano, y provoca contaminación y enfermedades a las comunidades vecinas, hasta llegar a ‘Cero’. La meta inmediata establecida es reducir los residuos que se envían a rellenos en un 30% para el año 2010. Para lograrlo, la legislación dispone la implementación de medidas que promuevan la separación en origen, la contenerización diferenciada en la vía pública, y que garanticen la recolección diferenciada por parte de las empresas que brindan el servicio, con el fin de que no sean enviados a relleno materiales reciclables.
La Ciudad envía diariamente alrededor de 5.200 toneladas de basura al conurbano. Los residuos urbanos que son depositados en los rellenos contienen una variedad de sustancias químicas como metales pesados y una enorme cantidad de compuestos orgánicos como detergentes, solventes y contenidos de plástico como cloruro de vinilo, polietileno y formaldehído, entre otros. Al descomponerse los residuos, se liberan líquidos lixiviados y gases que son altamente tóxicos para las comunidades vecinas. Los líquidos arrastran partículas de residuos y disuelven metales que son vertidos en el suelo y llegan así a los cursos de agua (1).
Estudios realizados sobre muestras de lixiviados (líquidos que se filtran de la basura y contaminan las napas subterráneas) demostraron la presencia de mercurio, plomo, cromo, zinc y PCB en cantidades que superan los límites permitidos para vertidos en cursos de agua (2). Estos elementos pueden provocar daños renales, malformaciones congénitas, enfermedades en la piel, cáncer, alteraciones hormonales y abortos prematuros, entre otras enfermedades.
Ocho activistas de Greenpeace podrían ser condenados a 4 años de prisión por colgar en el Obelisco un cartel para denunciar a la Ciudad de Buenos Aires como principal contaminadora de la provincia y a su gobierno por no cumplir con la Ley Basura Cero.
Ampliar imagenMás imágenes Buenos Aires, Argentina — Ocho activistas de Greenpeace serán llevados a juicio oral el próximo martes 16 de junio por la Fiscalía número 6, dependiente del Ministerio Público del Gobierno porteño, por haber desplegado un cartel gigante en el obelisco en el que denunciaban la contaminación que produce la basura de la Ciudad de Buenos Aires en el conurbano bonaerense.
Los ocho jóvenes activistas de Greenpeace procesados, tres mujeres y cinco hombres de entre 20 y 43 años, están acusados de "violación de domicilio" y "daño agravado", en el marco de una demanda impulsada por el Ministerio Público porteño y que podría desembocar en una condena de prisión efectiva de cuatro años para todos los imputados.
"Resulta paradójico que se impulse el arresto de los activistas por denunciar la contaminación que la Ciudad produce en el Conurbano porque las autoridades del Gobierno porteño no cumplen con la Ley vigente en materia de residuos, que los obliga a reducir las toneladas de basura que son enterradas en los rellenos sanitarios de la provincia de Buenos Aires", declaró María Eugenia Testa, coordinadora de la Unidad Política de Greenpeace.
Durante todo el año 2008 y hasta la fecha, Greenpeace ha venido denunciando públicamente el incumplimiento de la Ley “Basura Cero” y, días atrás, la organización ambientalista dio a conocer un informe oficial en el que se corrobora la denuncia que los activistas hicieron pública al subirse al obelisco.
Según datos oficiales, el Ejecutivo porteño admite un aumento del 12,07% de la basura enterrada durante 2008 en relación al año anterior, y una disminución del 24% de los residuos reciclados. Por otro lado el informe oficial deja en claro la intencionalidad del gobierno de Mauricio Macri en el abandono y fracaso del sistema de gestión de residuos establecido por la Ley.
Sin embargo, la titular de la fiscalía número 6, Claudia Barcia, ha insistido en mantener una acusación que podría provocar que los activistas sean condenados a una pena de prisión efectiva por la supuesta comisión de los delitos de "daño agravado" y "violación de domicilio" (pese a que las pericias no comprobaron la denuncia).
“La causa promovida por Macri significa la criminalización de una protesta pacífica y pública, lo que demuestra claramente el desconocimiento por parte del Gobierno de la Ciudad del constitucional derecho de peticionar. Por otro lado, no existe la violación de domicilio en este hecho ni el delito de daño y menos daño agravado”, sostuvo Martín Prieto, director Ejecutivo de Greenpeace Argentina.
“Es evidente que al Gobierno de la Ciudad le molestó que denunciáramos su intencionalidad en desactivar el cumplimiento de la Ley de Basura Cero, cuyo resultado está hoy a la vista, no solo un documento oficial remitido por el Ejecutivo a la Legislatura confirma nuestras denuncias, sino que, además, en el mismo boletín oficial el Gobierno de la Ciudad informa que estará invirtiendo millones de pesos en dos nuevos rellenos para seguir enterrando basura y contaminando en el conurbano sin ningún compromiso serio de reducción”, dijo Prieto.
La Ley 1854 fue aprobada por unanimidad en el año 2005 en la Legislatura Porteña, y comenzó a implementarse en 2007. El objetivo de la norma es reducir progresivamente la cantidad de basura que se entierra en los rellenos sanitarios del conurbano, y provoca contaminación y enfermedades a las comunidades vecinas, hasta llegar a ‘Cero’. La meta inmediata establecida es reducir los residuos que se envían a rellenos en un 30% para el año 2010. Para lograrlo, la legislación dispone la implementación de medidas que promuevan la separación en origen, la contenerización diferenciada en la vía pública, y que garanticen la recolección diferenciada por parte de las empresas que brindan el servicio, con el fin de que no sean enviados a relleno materiales reciclables.
La Ciudad envía diariamente alrededor de 5.200 toneladas de basura al conurbano. Los residuos urbanos que son depositados en los rellenos contienen una variedad de sustancias químicas como metales pesados y una enorme cantidad de compuestos orgánicos como detergentes, solventes y contenidos de plástico como cloruro de vinilo, polietileno y formaldehído, entre otros. Al descomponerse los residuos, se liberan líquidos lixiviados y gases que son altamente tóxicos para las comunidades vecinas. Los líquidos arrastran partículas de residuos y disuelven metales que son vertidos en el suelo y llegan así a los cursos de agua (1).
Estudios realizados sobre muestras de lixiviados (líquidos que se filtran de la basura y contaminan las napas subterráneas) demostraron la presencia de mercurio, plomo, cromo, zinc y PCB en cantidades que superan los límites permitidos para vertidos en cursos de agua (2). Estos elementos pueden provocar daños renales, malformaciones congénitas, enfermedades en la piel, cáncer, alteraciones hormonales y abortos prematuros, entre otras enfermedades.
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